Cuando dejamos el vehículo espacial para pisar aquel planeta desconocido, yo estaba muy nerviosa, pues había mucha expectación. Al pisar el suelo, noté que era blando y muy caliente. Mientras andaba, iba rebotando. Miré a mis compañeros. Estaban tan extrañados como yo. Los científicos no nos habían dicho nada sobre eso. ¿Resistirían nuestras botas ese calor? Quizá en aquel momento tuve miedo, pero me giré y allí estaba el capitán, con su mirada segura y serena. Eso me tranquilizó.
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